domingo, 19 de abril de 2015

Diciendo adiós

Durante nuestra vida tenemos que pasar por un sin número de despedidas,por ejemplo cuando perdemos a un miembro de nuestra familia muy querido, puede ser tu madre, tu padre, o como en mi caso mi abuelo; de esa despedida tiene tres años y es la fecha en la que aun lloro con su recuerdo y me gustaría que estuviera con nosotros, sobre todo en esta etapa de mi vida que viera que por fin terminé mi carrera y se sintiera orgulloso de ello. No dudo que donde quiera que esté, mi abuelito se sienta orgulloso en lo que me estoy convirtiendo, y no solo de mí, también de mi madre a la que debo todo lo que soy.

Siguiendo con los diferentes tipos de despedidas, existen también aquellas cuando le tienes que decir adiós a tu amante, y por amante no me refiero a lo que toda la gente piensa que es, sino a aquella persona a la que amas y él o ella te corresponden, donde realmente existe el amor, y no como muchos lo piensan la calentura del momento. Este tipo de despedidas también es una de las más difíciles y duras de la vida, puesto que piensas que con esa persona serán los dos contra el mundo pero al final se volvieron contra ellos mismos, terminando con ese amor que decían tenerse.

Sin embargo hoy hablaré de una despedida de la que pocas personas hablan o hablamos, el decirle adiós a aquel ser que se convirtió en tu compañero y amigo durante toda su vida; tu perro o gato. En este caso específico mi perro, mi peludo de cuatro patas.

Contar la historia de mi gordo es muy extensa, aparte soy un poco egoísta y no quiero que nadie sepa todo de él, es mío y siempre lo será. Empero, este escrito es para él, para despedirme de él y dejarlo descansar en paz.

El día de ayer dejó este mundo, el cual es más triste sin su presencia, aunque tristemente no lo dejó de una manera natural, tuvimos que ayudarle a la naturaleza a que hiciera su trabajo. Mi gordo ya estaba muy cansado, sus patitas ya no eran las mismas y solo provocaban su sufrimiento. Ustedes no saben el dolor que se siente ver sus ojos de tristeza implorando que ese dolor terminara, yo me sentía egoísta por tenerlo atado a una vida que distaba de ser digna para él, así que tomamos la decisión hasta el momento, más difícil de nuestras vidas, dormirlo. No me siento feliz al haber tomado este tipo de decisiones, pero me queda el consuelo de saber que fue lo mejor para él.

Nada de esto es fácil, este tipo de despedidas son de las más dolorosas que he tenido que enfrentar, convivir con un amigo perruno por catorce maravillosos años y de un día para otro no verlo más duele como nunca pensé que podría dolerme. Sé que mi gordo pasó de ser un angelito de cuatro patas a ser uno con alas.

Creo en la posibilidad de que existe el cielo y confío plenamente en que él se encuentra ahí, paseando entre las nubes, conociendo a los demás perros, gatos y humanos; y hará del cielo su nuevo reino. Sus patitas ya no le fallaran ahí, ha rejuvenecido y nunca más sentirá dolor.

Sé que él me está viendo y lo que menos querría es verme llorar, porque él ya no está sufriendo, me dirá en sueños que no llore por él y mejor sonría al recordarlo o al ver una foto de él. Cada vez que diga su nombre sabrá que lo afortunada que fui por permitirme ser su humana durante toda su vida y si algún día le fallé le pido perdón, pero como todos los humanos me equivoco pero que jamás dude todo el amor que le tengo y le tendré al final de mi vida, él siempre será mi gordo consentido y preferido y lo amaré hasta el fin de los tiempos.

Una vez más le agradezco a la vida y a él haberme permitido ser su humana, la humana más feliz del mundo por tenerlo a mi lado todos los días de su vida.

No me queda más que decir que todas aquellas personas que tienen un perro o un gato son los más afortunados del mundo, pues sepan que ellos nos escogen a nosotros, ellos deciden a que humano harán feliz con su compañía y nosotros lo somos y por eso espero que todos que tengan un amigo peludo lo cuiden hasta el final de sus días porque créanme cuando les digo que ellos harían eso y más por nosotros y no les debemos más que gratitud, amor y cuidados en cada una de sus etapas.

A los que aun no tengan un amigo como estos, no saben la dicha que es el llegar a su hogar y ver esos ojos llenos de amor esperándolos para hacerlos felices.

Tengo la firme creencia de que todo animal nos puede hacer una mejor persona, simplemente no queremos verlo así. Mi gordo me hizo una mejor persona y por eso y más le estaré eternamente agradecida.